Soldados afganos se despliegan en los alrededores de la prisión de Policharki, en Kabul.
Foto: AP
Kabul 27 Feb. - Presos talibanes y de Al Qaeda condenados por delitos de terrorismo se hicieron fuertes en la noche del sábado en un sector de la prisión de alta seguridad de Policharki, en Kabul, en la que se hacinan 2.000 personas. Las autoridades aseguran que se han producido bajas en el tiroteo con los guardias y que algunos detenidos gritaban: "¡Alá es grande!". El Ejército afgano, apoyado por tropas de la OTAN, ha rodeado el recinto con cientos de hombres y carros de combate para evitar una fuga. Las autoridades sostienen que tratarán de resolver el motín mediante la negociación.El motín estalló cuando cientos de presos que se negaban a vestir los uniformes carcelarios (obligatorios desde el sábado) tomaron como rehenes a dos guardas. "Están implicados unos 1.500 reos", aseguró un funcionario. "La situación se descontroló enseguida y comenzó un enfrentamiento entre los presos -muchos de ellos talibanes y de Al Qaeda- y la policía, y en el que unas 30 personas resultaron heridas". Los detenidos, armados con cuchillos y palos arrancados de los muebles, se hicieron fuertes en el segundo bloque. En el exterior eran visibles columnas de humo después de que los amotinados quemaran colchones y mantas. Se oían proclamas -"larga vida a los prisioneros" y "Alá es grande"- mezcladas con disparos.
Cientos de soldados y policías afganos, apoyados por carros de combate y blindados tomaron posiciones en el exterior del penal, construido por los soviéticos en los setenta y que se convirtió en un centro de torturas. También eran visibles tropas de la OTAN y norteamericanas.
"Queremos acabar con este problema de forma pacífica. Lamentablemente, los prisioneros no están unidos y tienen diferentes demandas. No hay un líder que pueda hablarnos", dijo el viceministro de Justicia, Mohammad Qasim Hashimzai, encargado de resolver la situación. A pesar de ello, los presos aceptaron trasladar a 70 mujeres prisioneras que se hallaban en la zona bajo su control. Las autoridades explicaron que los presos habían cavado un túnel hasta las mujeres, pero no pudieron confirmar si éstas habían sido violadas como sostienen algunos.
"Miembros de Al Qaeda de diferentes países y talibanes están detrás del motín", dijo el viceministro. "Parece que esta situación se va a mantener durante la noche. Hemos adoptado las medidas adecuadas para evitar que se extienda". Hashimzai aseguró que en la prisión hay más de 2.000 presos, de los que 350 son talibanes o de Al Qaeda.
El general Mahbub Amiri, jefe de la Fuerza de Reacción Rápida en Kabul, dijo que la revuelta era una maniobra de distracción pues el objetivo era la fuga. La obligación de vestir el uniforme de preso, que entró en vigor el sábado, tiene como objetivo evitar una fuga como la del mes pasado cuando siete talibanes lograron salir del penal confundidos con los familiares.
Hashimzai abandonó la cárcel al atardecer, e informó de que las autoridades carcelarias intentarán reanudar las negociaciones el lunes. Poco después se oyeron algunos disparos aislados desde el interior de la cárcel. Algunos presos aprovecharon para volver a gritar: "¡Alá es grande!".
A finales de noviembre de 2001, cuando aún no se habían apagado los rescoldos de la guerra que expulsó a los talibanes del poder en Afganistán, un numeroso grupo de presos, muchos de ellos mercenarios extranjeros, se hicieron con el control de la fortaleza de Qila-i-Jangi, en las afueras de Mazar-i-Sharif. Lograron desarmar a los guardias y hacerse con el polvorín.
La respuesta estadounidense fue contundente: sus aviones bombardearon esa fortaleza del siglo XIX mientras que los milicianos uzbekos del señor de la guerra Abdul Rashid Dostum atacaron por tierra apoyados por comandos norteamericanos. Decenas de prisioneros murieron en el fuerte, en el que se encontraban recluidos entre 300 y 600 combatientes de las brigadas internacionales de Osama Bin Laden.
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