El Cairo, 24 feb (EFE).- La gira de la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, por varios países de Oriente Medio no ha logrado recabar el apoyo árabe que Washington deseaba en sus intentos por aislar al movimiento palestino Hamás.
En casi todas sus etapas, Rice se ha encontrado con una actitud árabe reticente a arrinconar a Hamás y negarle la asistencia financiera -como exige Washington-, y con un mensaje unánime de que "hay que dar tiempo" a ese movimiento para arrancarle concesiones con respecto a Israel.
Pese a que los países árabes visitados -Egipto, Arabia Saudí, Emiratos Arabes Unidos y el Líbano- son inequívocos aliados de Washington, Rice no ha encontrado en esta ocasión el respaldo que buscaba en sus objetivos, particularmente en lo referente a Hamás.
El más claro fue el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Saud al Faisal, quien se comprometió a seguir enviando ayuda financiera a los palestinos y advirtió contra el peligro de "emitir juicios anticipados" antes de conocer la política que aplicará Hamás.
Igual fue el tono del ministro egipcio de Exteriores, Ahmed Abul Gheith, quien pidió ante Rice "no dejarnos llevar por los prejuicios ante Hamás", o el del mismo presidente Hosni Mubarak, quien recordó a Rice la necesidad de dar un plazo antes de tomar medidas en contra.
Según los observadores, lo único que la jefe de la diplomacia estadounidense ha logrado de Egipto es que se comprometa a ejercer sus buenos oficios ante Hamás -movimiento ante el que ya medió en el pasado- para inclinarle a la negociación con Israel.
El viaje de Condoleezza Rice a la región ha estado rodeado de un secretismo inusual en cuanto a sus desplazamientos, pero al mismo tiempo nunca había estado tan clara la agenda de la diplomacia estadounidense en la región sobre qué espera el gobierno de Washington de sus aliados.
"Esta política de incitar a unos gobiernos contra otros no es nueva; lo que es nuevo es el reconocimiento público de Rice de sus intenciones, en ruptura con la tradicional diplomacia estadounidense de actuar entre bambalinas", dijo a EFE Mustafa Kamel, director del Instituto del Medio Oriente para los Estudios de Desarrollo.
La prensa árabe se ha interrogando estos últimos días por qué Estados Unidos ha presionado para que se celebraran elecciones en Palestina y, una vez celebradas éstas y saldadas con la victoria de Hamás, se empeñan en boicotear a los ganadores.
En cuanto al programa nuclear iraní, otro de los grandes temas que traía en su agenda Rice, ésta ha encontrado algo más de comprensión, pero sus interlocutores -como sucedió en Egipto y en los Emiratos- le recordaron que "todo Oriente Medio" debe estar libre de armas nucleares.
Los países árabes se refieren con esta frase al arsenal nuclear israelí -no declarado, pues Israel no ha firmado el Tratado de No Proliferación de armas nucleares-, ya que consideran que impedir a Irán desarrollar su programa nuclear sin hacer lo mismo con Israel es un síntoma de la política de "doble rasero" que EEUU practica en la región.
Tampoco la inesperada etapa en el Líbano le salió a Rice a pedir de boca: horas después de que pidiera a sus numerosos interlocutores libaneses el cumplimiento de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el desarme de la milicia chií de Hizbulá, este grupo sacó a cientos de miles de libaneses a la calle para recordarle que no están dispuestos a admitirlo.
En la manifestación, el líder espiritual del grupo, Hasan Nasralá, invitó a Rice a enviar soldados al Líbano para desarmar a sus milicianos, y los cientos de miles de simpatizantes que lo jaleaban pusieron de manifiesto que en este país de cinco millones de habitantes, no será fácil llevar a cabo los deseos de Washington.
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