martes, febrero 28, 2006

Cientos de soldados esperan la orden de asaltar el mayor penal de Afganistán

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Vehículos militares estadounidenses patrullaban ayer la periferia de la cárcel afgana de Policha
Foto: Reuters
Kabul 28 Feb. - Activistas de derechos humanos y diputados entraron ayer en la prisión de Policharki, situada en las afueras de Kabul, para negociar una salida pacífica al motín que desde la tarde del sábado protagoniza buena parte de sus 2.000 internos. Según declararon a la cadena británica BBC algunos de los activistas, ya han muerto al menos cuatro presos y una cuarentena se encuentran heridos. Centenares de policías y soldados, apoyados por tanques y blindados, tienen rodeada la prisión y aguardan la orden de asalto. El jefe de una banda de secuestradores y comandantes talibanes dirigen la protesta.

El portavoz del Ministerio de Defensa, el general Zahir Azimi, advirtió de que las autoridades podrían entrar a la fuerza en la prisión en cuanto quieran. "Si no aceptan negociar, tendríamos que entrar por la fuerza, y entonces sí que habrá heridos", subrayó Azimi.

La revuelta la dirigen Timur Sha, jefe de la banda que secuestró a una cooperante italiana en junio pasado, y varios comandantes talibanes que han ocupado el ala donde se encuentran las internas -alrededor de 70- con sus hijos. Hay informaciones confusas sobre que algunas de las mujeres han sido violadas y tomadas como rehenes. Los niños son también, al parecer, utilizados como escudos humanos.

Entre las demandas de los amotinados está la exigencia de unos 200 talibanes detenidos sin juicio de que sean juzgados lo antes posible y la demanda generalizada de no llevar uniforme y de que retiren las rejas de las celdas.

El viceministro afgano de Justicia, Qasim Hashimi, indicó que el motín se inició cuando algunos presos se rebelaron contra la nueva orden de vestir uniforme, para evitar fugas como la del pasado enero, cuando siete reos se escaparon entre los familiares que habían acudido de visita a la prisión.

El motín se inició en el bloque 2 y se expandió rápidamente por los otros edificios de la prisión. De los cuatro presos muertos, tres -incluido un paquistaní- perdieron la vida en el bloque 2, y el cuarto, un tayiko, en el bloque 1, según informó Feroza Kohistán, miembro de la Comisión de Derechos Humanos de Afganistán. La funcionaria, que participa en las negociaciones, no rebeló, sin embargo, cómo murieron los presos.

El diputado Asadulá Hymatiar denunció el uso de armas de fuego por los guardianes de la prisión y los policías contra los amotinados, que no tienen armas. Al parecer, la revuelta se lleva a cabo con cuchillos y palos que los reclusos han obtenido de destrozar el mobiliario de los edificios asaltados.

Representantes del Ministerio de Justicia, además de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Afganistán tratan de negociar con los amotinados para evitar un baño de sangre.

La prisión de Policharki ha estado recientemente en obras para prepararla para el traslado de varios afganos, presuntamente relacionados con la red Al Qaeda, desde el centro de detención estadounidense de Guantánamo, en Cuba.

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