Caracas, 24 Dic. ABN (Joaquín Pereira).- Para algunos es una mezcla variada de tendencias, para otros el equilibrio perfecto de culturas. Pocos se atreven a darle una definición y menos un origen.
No hablamos del socialismo del siglo XXI sino de la hallaca que bien podría ser un símbolo de la propuesta política que pretende instaurar en Venezuela el presidente de la República, Hugo Chávez Frías.
Si hay un plato que seguramente está en la mesa de cualquier casa venezolana en Navidad, gracias a la red de Mercados de Alimentos (Mercal), desde la humilde casa de barrio, pasando por el apartamento de urbanización y hasta en las quintas más encopetadas, es definitivamente la hallaca.
Esa capacidad que tiene esta receta navideña venezolana de desdibujar las fronteras de las clases sociales es la promesa que expresa el líder de la revolución bolivariana en cada uno de sus discursos.
Un abrazo blanco, indio y negro
Como si el recetario fuera nuestra Carta Magna, la también llamada multisápida no discrimina ingredientes usados por blancos, negros o indios.
Del mediterráneo proviene la alcaparra que no sería el adorno que queda siempre en el plato si los comensales supieran de su poder afrodisíaco. Asimismo, los españoles trajeron las carnes de gallina, cerdo y res, además de las aceitunas, almendras y pasas.
De África vino la costumbre de usar la hoja de plátano para envolver algunos alimentos y en América los ingredientes negros y blancos recibieron el abrazo de la masa de maíz pilado colorada con onoto de los indígenas.
Muchos apuestan a que Venezuela sea ese crisol de razas donde todos puedan vivir sin discriminación y con igualdad de oportunidades de aportar “su sabor” particular a la sociedad.
Chávez: La mejor hallaca es la de mi abuela
Quizá es arriesgado proponer la hallaca como símbolo del socialismo del siglo XXI, pero lo que si es seguro es que es un alimento muy significativo para el Mandatario nacional.
Cuando era un niño su abuela Rosainés le decía “Huguito, vaya y llévele a doña Rosa Figueredo esta hallaca y este poquito de dulce.”
Chávez confesó en una oportunidad: “Gracias a mi abuela conocí la humildad, la pobreza, el dolor, el no tener a veces para la comida. Supe de las injusticias de este mundo. Aprendí con ella a trabajar y a cosechar. Conocí la solidaridad”.
Así pareciera que son la hallaca y el socialismo: Todos unidos por algo que se degusta mejor si se está acompañado.
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