Bagdad 03 ene - Las exportaciones iraquíes de petróleo se encuentran en los niveles más bajos
desde mediados de 2003, cuando volvieron a reanudarse tras la invasión
estadounidense de marzo, aseguró el ex ministro de Petróleo iraquí Ibrahim Bahr
al Ulum, que acaba de presentar su dimisión. Los ataques y sabotajes de la
insurgencia, así como el mal tiempo en el sur del país, han provocado esta caída
de las exportaciones de crudo. Por otra parte, el Gobierno iraquí informó por
primera vez del número de muertos durante 2005: 5.713 iraquíes, de los que 4.020
fueron civiles.
Ibrahim Bahr al Ulum, que ha sido reemplazado por el viceprimer ministro
Ahmed Chalabi, aseguró que había dimitido a causa de la subida de los precios de
los carburantes lo que ha provocado carestías de combustible. Las alzas de los
precios, en torno al 200%, se produjeron hace dos semanas y han provocado la ira
de numerosos ciudadanos iraquíes, acostumbrados a un combustible muy barato.
Tanto en Bagdad como en otras ciudades iraquíes se están produciendo largas
colas ante las gasolineras de ciudadanos que temen que los precios sigan
subiendo o que comiencen a producirse problemas de suministro.
Chalabi, antiguo favorito de Estados Unidos antes de caer en desgracia ante
Washington y recuperarse después, ocupaba hasta ahora el cargo de presidente del
Consejo del Petróleo, un organismo interministerial con influencia en la
economía de Irak.
"Irak sólo ha sido capaz de exportar 1,1 millones de barriles diarios durante
el mes de diciembre, frente a 1,2 millones en noviembre", explicó el ex ministro
de Petróleo. Un portavoz del Ministerio, Asem Yihad, señaló la media desde que
se reanudaron las exportaciones ha sido de 1,6 millones de barriles. El descenso
de diciembre se debe a las malas condiciones meteorológicas en el sur del país,
desde donde se exporta una parte muy importante del crudo, pero también a los
cortes de electricidad a causa de los sabotajes de la insurgencia, lo que
dificulta el bombeo, y a los constantes ataques guerrilleros.
Por primera vez desde la invasión de 2003, las autoridades iraquíes han
difundido cifras oficiales de muertos a causa de la violencia. Un total de 5.713
iraquíes, de ellos 4.020 civiles y 1.693 miembros de las fuerzas de seguridad,
murieron durante el año que acaba de terminar en ataques de la insurgencia o a
causa de otros asaltos. El número de heridos se eleva a 8.378, 6.065 de ellos
civiles. Estas cifras no incluyen a los rebeldes que, según el Gobierno iraquí,
habrían muerto a lo largo de 2005: 1.702, mientras que 9.264 han sido detenidos
por las fuerzas de seguridad.
La jornada de ayer se inscribió dentro de estas terroríficas estadísticas con
la muerte de 18 personas en diferentes ataques, seis de ellas civiles,
incluyendo a dos niños. Además, el encargado de negocios de la Embajada de
Turquía en Bagdad resultó ileso de un atentado cuando el vehículo en el que
viajaba fue tiroteado en la carretera que une la capital con el aeropuerto, que
sigue siendo una de las vías más peligrosas del país a pesar de las enormes
medidas de seguridad.
El atentado más violento se produjo en Baquba, en el triángulo suní,
cuando un terrorista suicida impactó un coche bomba contra un autobús que
transportaba a reclutas de la policía: siete murieron y 13 resultaron heridos.
Cerca de Kirkuk, dos niños kurdos, de 7 y 10 años, murieron después de que un
grupo de hombres armados disparase contra el coche en el que viajaban junto a
sus padres.
Propaganda de EE UU
Por otra parte, una empresa contratada por el Pentágono, que pagó a
periódicos iraquíes para que publicasen artículos positivos escritos por
soldados estadounidenses, dio también dinero a líderes y académicos religiosos
de Irak a cambio de su colaboración en su trabajo de propaganda, informaba ayer
el diario The New York Times.
El Lincoln Group, una compañía de relaciones públicas con sede en Washington,
recibió el encargo por parte del Pentágono a principios de 2005 de que
identificase a líderes religiosos que pudiesen lanzar mensajes en la provincia
de Al Anbar, uno de los feudos de la insurgencia, con el objetivo de animar a
los suníes a participar en las elecciones y a rechazar a la guerrilla. Desde
entonces, esta compañía ha seguido pagando a tres o cuatro religiosos relevantes
suníes a cambio de asesorar a militares estadounidenses sobre los contenidos de
campañas, que en algunos casos han llegado a escribir, señaló un antiguo
empleado.
Pero diferentes documentos, así como ejecutivos de la compañía, aseguran que
los lazos de Lincoln con religiosos y otros notables iraquíes les permiten
influir sobre diferentes comunidades, de acuerdo con sus clientes, incluyendo a
los militares. "Hemos llegado hasta los clérigos", aseguró Paige Craig,
vicepresidente de Lincoln.