organizaciones campesinas e indígenas se pronuncian contra la banca mundial y sus planes,
contra el modelo de desarrollo neoliberal predominante, contra la criminalización de la protesta
y los movmientos sociales. Por una reforma agraria verdadera en nuestro continente,
en defensa de las ocupaciones, recuperaciones y defensa de territorios como estrategia de lucha,
por una concepción sociocultural y socio histórica del territorio y de la soberanía popular, capesina e indígena.
Nosotros/as, representantes de organizaciones de campesinos/as,
pueblos indígenas, pescadores/as artesanales, trabajadores/as
rurales, migrantes, pastores/as, defensoras de derechos
humanos, desarrollo rural, medio ambiente, y otros,
provenientes del mundo entero, participamos en el Foro “Tierra,
Territorio y Dignidad” para defender nuestra tierra, nuestro
territorio y nuestra dignidad.
Los Estados y el sistema internacional han sido incapaces de
derrotar la pobreza y el hambre en el mundo. Reiteramos
nuestro llamado a nuestros gobiernos, a la FAO y su mandato
fundador, las demás instituciones de las Naciones Unidas, a
otros actores que están presentes en la Conferencia
Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) y
a nuestras sociedades, a comprometerse decisivamente con una
Nueva Reforma Agraria basada en la Soberanía Alimentaria, el
Territorio y la dignidad de los Pueblos, que nos garantice a
campesinas/os, pueblos indígenas, comunidades de pescadores
artesanales, pastores/as, trabajadoras/es rurales, comunidades
afrodescientes, trabajadores/as desocupados/as, comunidades
Dalit y demás comunidades acceso y control efectivo de los
recursos naturales y productivos para el ejercicio de nuestros
derechos humanos.
Instamos a la Conferencia Internacional de Reforma Agraria y
Desarrollo Rural (CIRADR), a los Estados y a la FAO para que
asuman una voluntad política real que permita derrotar el
hambre y la pobreza que sufren millones de hombres y mujeres
del mundo. Si esta conferencia no reconoce los planteamientos
del Foro Paralelo no podrá considerarse exitosa.
Soberanía Alimentaria y Reforma Agraria
La nueva reforma agraria debe reconocer la función socio-
ambiental de la tierra, el mar y los recursos naturales en el
contexto de la soberanía alimentaria, lo que debe comprometer
la más alta voluntad de los Estados. Comprendemos que la
soberanía alimentaria implica políticas de redistribución,
acceso y control justo y equitativo a los recursos naturales y
productivos (crédito, tecnología apropiada, etc.) por parte de
campesinas/os, pueblos indígenas, comunidades de pescadores
artesanales, pastores/as, trabajadores/as desocupados/as,
comunidades Dalit, comunidades afrodescendientes y demás
comunidades rurales; políticas de desarrollo rural basadas en
estrategias agroecológicas centradas en la agricultura
campesina y familiar y de pesca artesanal; políticas de
comercio en contra del dumping y a favor de la producción
campesina e indígena para mercados locales, nacionales e
internacionales; y políticas públicas complementarias como de
salud, educación e infraestructura para el campo.
El uso de los recursos naturales debe estar primeramente al
servicio de la producción de alimentos. La nueva reforma
agraria debe ser prioritaria en la agenda pública. En el
contexto de la soberanía alimentaria, la reforma agraria
beneficia a la sociedad en su conjunto, dotándola de alimentos
sanos, accesibles y culturalmente apropiados, y de justicia
social. La reforma agraria pondría fin al éxodo masivo y
forzado del campo a la ciudad que ha hecho que las ciudades
crezcan en condiciones deshumanizantes e insostenibles; daría
una vida con dignidad para todos los miembros de nuestras
sociedades; abriría las posibilidades de un desarrollo
económico local, regional y nacional que sea incluyente y en
beneficio de la mayoría de la población; y terminaría con una
agricultura intensiva de monocultivos que acapara agua, que
envenena la tierra y los ríos. Es necesario una nueva
política de pesca que reconozca el derecho de las comunidades
de pescadores y detenga la pesca industrial que agota la vida
en el mar. La nueva reforma agraria es válida tanto para los
países del sur llamados “en vías de desarrollo” como para los
del norte, llamados “desarrollados”.
La soberanía alimentaria se basa en el derecho humano a la
alimentación, a la libre determinación, en los derechos
indígenas al territorio, y en los derechos de los pueblos a
producir alimentos para su subsistencia y para mercados
locales y nacionales. La soberanía alimentaria defiende una
agricultura con campesinos y campesinas, una pesca con
familias pescadoras artesanales, unos bosques con comunidades
forestales, unas estepas con familias pastoras nómadas…
Además, la reforma agraria debe garantizar los derechos a la
educación, a la salud, a la vivienda, al trabajo, a la
seguridad social y a la recreación. La reforma agraria debe
asegurar la creación de espacios de vida para mantener
nuestras culturas, para darle una hogar a nuestras/os niñas/os
y jóvenes, para que nuestras comunidades pueden desarrollarse
en toda su diversidad y construir una ciudadanía a partir de
la relación con la tierra, el mar, los bosques.
El sofisticado conocimiento que los pueblos indígenas,
campesinos, pescadores han adquirido a través de siglos de
interactuar con la naturaleza proveen soluciones a la actual
crisis ecológica y social. Es por eso que estamos convencidos
que los sistemas alimentarios indígenas deben tener una alta
prioridad en la reforma agraria y que los principios y los
conocimientos indígenas deben ser aplicados para el beneficio
de las comunidades.
Rol del Estado
El Estado tiene que jugar un papel fuerte en las políticas de
reforma agraria y producción de alimentos. El Estado tiene
que aplicar políticas de reconocimiento de derechos y
democratización del acceso a tierra, a zonas costeras, bosques
y otros en casos donde haya concentración de estos recursos en
pocas manos. Además, el Estado tiene que garantizar el
control de los recursos naturales a las comunidades campesinas,
pescadoras, pastoras, forestales y a los pueblos indígenas de
modo que ellas puedan seguir viviendo y trabajando en el campo
y en los litorales, a través de los derechos colectivos y
comunitarios. La reforma agraria debe crear ocupaciones
productivas, empleos dignos y fortalecer los derechos
laborales de los/as trabajadores/as rurales. Los Estados
tienen el derecho y la obligación de definir soberanamente y
sin condicionamientos externos sus propias políticas agrarias,
agrícolas, pesqueras y alimentarias de manera que ellas
garanticen el derecho a la alimentación y los demás derechos
económicos, sociales y culturales de toda su población.
Los/as pequeños/as productores/as tienen que tener acceso a
créditos a bajos intereses y adaptados a condiciones locales,
precios y condiciones de comercio justas. La investigación, y
los sistemas de acopio y distribución en los mercados locales
y regionales deben tener fuerte apoyo del Estado y garantizar
el bien común.
Reconocimiento la concepción de Territorio
La concepción del territorio históricamente ha faltado dentro
los procesos de reforma agraria. Ninguna reforma agraria es
aceptable si solo se piensa en distribución de la tierra.
Consideramos que la nueva Reforma Agraria debe incluir las
cosmovisiones de territorio de las comunidades campesinas, sin
tierra, pueblos indígenas, de trabajadores rurales, de
pescadores, pastores nómadas, tribus, afrodescendientes,
minorías étnicas y personas desplazadas, que basan su trabajo
en la producción de alimentos y que sostienen una relación de
respeto y armonía con la Madre Tierra y con los océanos.
Todos los pueblos originarios, pueblos indígenas, minorías
étnicas, tribus, pescadores, trabajadores rurales, campesinos,
sin tierra, pastores nómadas y personas desplazadas tienen
derecho a mantener su propia relación espiritual y material; y
a poseer, desarrollar, controlar, utilizar y reconstituir sus
estructuras sociales; administrar política y socialmente sus
tierras y territorios comprendido el medio ambiente total, el
aire, las aguas, los ríos, los lagos, los mares, los hielos
marinos, la flora, la fauna y otros recursos que
tradicionalmente han poseído, ocupado, o utilizado de otra
forma. Ello implica el reconocimiento de sus leyes,
tradiciones, costumbres y sistemas de tenencia e instituciones;
así como el reconocimiento de las fronteras territoriales y
culturales de los pueblos. Todo lo anterior constituye el
reconocimiento de la libre-determinación y autonomía de los
pueblos.
La expresión de género y juventud en la ónlucha por la reforma
agraria.
Reconocemos el papel fundamental de las mujeres en la
agricultura, en la pesca y en el uso y gestión de los recursos.
No hay reforma agraria genuina sin equidad de género, por eso
exigimos y nos comprometemos a que la nueva reforma agraria
asegure a las mujeres plena igualdad de oportunidades y de
derechos a la tierra y a los recursos naturales, reconozca su
diversidad y repare la discriminación y las desventajas
sociales a las que las mujeres han sido sometidas en el campo.
Reconocemos también que sin juventud en el campo, no hay
futuro para nuestras sociedades. La nueva reforma agraria
debe dar prioridad a los derechos de la mujer y garantizar un
futuro digno para la juventud rural.
Las mujeres y los jóvenes del campo estamos reclamando
condiciones de vida igualitarias y políticas ecológica,
económica y culturalmente sostenibles. Debemos ser
involucrados en procesos de toma de decisión que atiendan
integralmente nuestras necesidades. Por tanto, exigimos que
los gobiernos honren sus compromisos y obligaciones asumidas
en diversas conferencias internacionales como la Conferencia
de Beijing y la Conferencia Mundial contra el Racismo.
Particularmente sus compromisos con la igualdad de genero y la
diversidad racial contemplados en la Convención para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las
Mujeres y la Carta Campesina adoptada en la Conferencia
Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural. Exigimos la
implementación de una reforma agraria redistributiva que
permita a las mujeres y a los jóvenes acceso y jurisdicción
sobre la tierra y los recursos naturales, garantizando la
representación de las mujeres y los jóvenes en las estructuras
de toma de decisión y gestión en todos los niveles, local,
nacional e internacional. Resulta imprescindible contar con
recursos financieros adecuados para la formación, capacitación
y educación en salud sexual y reproductiva para la juventud.
No a la Privatización del Mar y de la Tierra, la Contra-
Reforma Agraria, las Políticas Neoliberales del Banco Mundial
sobre la Tierra y el Acceso a Recursos, y el Modelo Dominante
de Producción y Desarrollo
Junto a la privatización de la tierra y de las zonas costeras
avanza la privatización de la biodiversidad del planeta. La
vida no es una mercancía. Seguiremos resistiendo con toda
nuestra capacidad a las políticas neoliberales implementadas
por nuestros gobiernos e impuestas por el Banco Mundial, la
OMC y otros actores. Rechazamos este enfoque privatizador de
la reforma agraria. Consideramos que es ilegitimo. Son los
pueblos y no el Banco Mundial quienes deben decidir las
políticas agrícolas, pesqueras y alimentarias. Privatizar
significa despojar a las comunidades de sus derechos formales
y consuetudinarios sobre sus tierras, territorios, zonas
costeras y recursos naturales. Por eso nos oponemos a
políticas de o administración de tierras , con fines de
privatización;, a las políticas de descolectivización, a los
mercados de compra-venta y renta de tierras,; a la
privatización del agua, del mar, de las semillas, los bosques,
las áreas de pesca y otros recursos, así como a la
privatización de los servicios de extensión y apoyo público a
la producción y a la comercialización de la agricultura
campesina. Objetamos rotundamente la introducción de semillas
transgénicas y la tecnología de semillas suicidas o
“terminator” que despojarán a nuestras comunidades rurales del
control de las semillas transfiriéndoselo a un par de empresas
transnacionales.
La privatización de los recursos naturales y tecnologías ha
aumentado las inequidades sociales entre hombres y mujeres,
etnias, castas, clases y generaciones. Estas políticas de
estado están perpetuando el desplazamiento, persecución y
criminalizacion de estos grupos ya marginados.
Así mismo, seguiremos oponiendo resistencia al modelo
dominante de producción y desarrollo y sus procesos de
globalización neoliberal y recolonización , transformación e
inserción en las cadenas de las corporaciones transnacionales
de la agricultura, la explotación forestal y la pesca actual
(producción por contrato, monocultivos de agroexportación,
plantaciones, pesca, explotación de bosques y agricultura
industrial, combustibles vegetales, biotecnología y
transgénicos, nanotecnología, ). Inversiones en minería,
agro-exportación, megaproyectos, biopirateria, neoliberalismo
verde destruyen nuestros territorios, nuestra agricultura y
pesca y causan el desplazamiento de poblaciones locales y el
desarraigo del campo y los litorales. . La "reconstrucción"
después de desastres naturales y guerras, y las políticas de
comercio que promuevan el éxodo y el desarraigo del campo y
(OMC, TLC, PAC, APE, Ley Agrícola, Flujos Financieros, etc.).
Políticas agrarias que financian la exportación agrícola y
pesquera a través del dumping deben ser sustituidas por otras
que realicen la soberanía alimentaria y que respeten el
desarrollo endógeno de los pueblos.
Reconocemos y valoramos iniciativas como el ALBA para la
integración regional y el ejercicio de soberanía alimentaria
en cuyo contexto la reforma agraria y el desarrollo rural son
y deben ser parte integrante.
Criminalización y represión de los movimientos sociales
Repudiamos y condenamos a represión que enfrenta, en casi
todos los países del mundo, en las Américas como en Asia, en
Europa o en África, cualquier luchador o luchadora por la
reforma agraria. Rechazamos así mismo la militarización y la
ocupación militar en Irak, Corea del sur, Palestina y otros
países que desplaza a nuestros pueblos y les roba sus tierras
y territorios, la "guerra contra el terrorismo" que sirve de
pretexto para reprimirnos, y la criminalización de nuestros
movimientos. Luchar por nuestra dignidad es una obligación, y
es un derecho humano poder hacerlo.
Exigimos que los Estados establezcan mecanismos de protección
a la vida y a la seguridad de las personas amenazadas por los
procesos de lucha por la tierra, el agua, los mares y los
recursos naturales. Deben garantizarse mecanismos legales
efectivos que permitan castigar a los culpables de estos
crímenes.
Ocupaciones, Recuperaciones y Defensa de Territorios.
Movilización social una estrategia de lucha y construcción de
propuestas.
Reivindicamos nuestras acciones de ocupaciones, recuperaciones
y/o defensa de nuestras tierras, territorios, semillas,
bosques, áreas de pesca, vivienda como necesarias y legítimas
para la defensa y conquista de nuestros derechos. Nuestra
experiencia cotidiana nos muestra que en la lucha por una vida
con dignidad para todos/as, acciones de defensa propia como
las de ocupación de tierra y de recuperación y de defensa
activa de territorios son necesarias para mover a los
gobiernos a cumplir con sus obligaciones e implementar
políticas y programas efectivos de reforma agraria.
Seguiremos usando estas acciones no violentas por el tiempo
que sea necesario para lograr un mundo con justicia social que
dé a cada uno y una la posibilidad real de tener una vida
digna. Sin la movilización y participación plena de los
movimientos sociales, no habrá reforma agraria genuina.
La soberanía alimentaria no solo es una visión sino también
una plataforma común de lucha que nos permite seguir
construyendo unidad en la diversidad. Consideramos que el
acceso y control de los recursos naturales, la producción de
alimentos y el aumento del poder de decisión son los tres ejes
principales que nos unifican.
La reforma agraria y la soberanía alimentaria comprometen una
lucha mayor por el cambio del modelo neoliberal dominante.
Necesitamos construir alianzas con otros sectores de la
sociedad, un poder ciudadano que garantice reformas profundas.
Nos comprometemos a impulsar acciones comunes,
articulaciones,intercambios y todas las formas de presión que están en curso,
especialmente a través de las campañas internacionales que
nuestros sectores y redes tienen en marcha o están concretando.
Estamos convencidos de que solo el poder de los pueblos
organizados y la movilización pueden lograr los cambios
necesarios, por esto nuestra tarea principal es informar,
concienciar, debatir, organizar, y movilizar con la gente.
Convocamos a todos los sectores y fuerzas sociales aquí
representados para que sigamos construyendo nuestra unidad, y
llevaremos éstas conclusiones para debatir con nuestras bases
y para usar estas ideas para las políticas de los organismos
internacionales como la FAO, y los gobiernos. Pedimos al
mecanismo del comité Internacional de Planificación por la
Soberanía Alimentaria (CIP) asumir como trabajo prioritario el
seguimiento a estas conclusiones.
Tierra, mar y territorio para vivir, tierra, mar y territorio
para soñar, tierra, mar y territorio para afirmar nuestra
dignidad ¡ya!
martes, marzo 14, 2006
¡Por una Nueva Reforma Agraria basada en la Soberanía Alimentaria!, organizaciones campesinas e indígenas se pronuncian contra la banca mundial y
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