Berlín, 29 dic (EFE).- El Gobierno alemán mantiene hoy sus esfuerzos para la liberación de la familia alemana secuestrada en Yemen, al tiempo que surgen detalles cada vez más inquietantes del secuestro de Irak, ya resuelto, de Susanne Osthoff, sus contactos con el régimen de Sadam Husein y sus actividades en ese país.
El ex secretario de Estado de Asuntos Exteriores Jürgen Chrobog fue secuestrado
ayer, miércoles, junto a su mujer y sus tres hijos mientras realizada un viaje
privado en Yemen a invitación de un ex embajador de ese país en Alemania, ahora
viceministro de Exteriores.
A diferencia del caso Osthoff, el Gobierno habla
de desaparición y no de secuestro, y confía, aunque sin pecar de optimismo, en
que la liberación de los Chrobog se resolverá "muy pronto".
Todos los
contactos están abiertos y el clan que retiene a esa familia en calidad, dicen,
de "invitados", mostró hasta ahora una inusual disposición al diálogo. Piden la
libertad de unos parientes encarcelados por supuesta pertenencia a banda
armada.
Nada que ver con el caso Osthoff, quien anoche apareció por vez
primera vez desde su liberación en la televisión alemana para una entrevista de
un cuarto de hora, que resultó desconcertante.
Para sus primeras
declaraciones, Osthoff eligió la cadena árabe Al Yazira, con sede en Qatar. En
esa entrevista justificó a sus "pobres secuestradores" y, para irritación del
Gobierno alemán, dijo que regresaría a Irak porque allí esta su vida y su
trabajo.
El anuncio provocó un debate a favor y en contra de ese retorno, que
parece haberse calmado con una revelaciones del "Frankfurter Allgemeine Zeitung"
que ensombrecen su figura, convertida en el momento del secuestro en heroína de
la causa humanitaria.
Según el diario, la última acción de Osthoff de la que
existe constancia fue el reparto de medicamentos que ésta organizó en el 2003.
De sus esfuerzos por abrir un centro cultural alemán en Arbil, (norte de Irak),
para el que recaudaba fondos, nadie allí sabe nada.
Y no sólo eso, el
proyecto de rehabilitación de un viejo centro de caravanas que supuestamente
llevaba a cabo en las proximidades de Mossul -proyecto al que el Gobierno alemán
había asignado un monto de 40.000 euros- no lo lleva ella sino un instituto
iraquí.
En esa búsqueda de la verdad sobre Osthoff, la prensa cuestiona
incluso que ésta hable perfectamente árabe, pues no se explica que en su
entrevista con Al Yazira fuera en inglés.
A partir de las informaciones del
"Frankfurter Allgemeine Zeitung", el diario "Bild" reveló hoy que Osthoff vivía
y vive en la villa del suní Jamal Dulaimi, ex médico de Sadam Husein, y miembro
de la familia que más apoyó el régimen del dictador.
Dulaimi proporcionó a
Osthoff el coche y el conductor que fue junto con ella secuestrado. El médico,
que luego se ofreció como mediador, y el chófer están ilocalizables. La sospecha
de que Osthoff fuera cómplice de la acción flota en el aire.
El 25 de
noviembre, día del secuestro, Osthoff viajaba a Arbil por carretera, pues no
podía permitirse un avión. Paradójicamente su hija Tarfa, de 12 años, vive en
uno de los internados mas caros de Baviera (sur de Alemania).
El "Frankfurter
Allgemeine Zeitung" especula con que los estudios de Tarfa los cofinancia el
primer presidente interino de Irak, el jeque Gazi Ayil al Yauar. El padre de
Tarfa, se separó de Osthoff hace unos años y fue miembro de la guardia de Sadam
Husein.
Para su primera entrevista con un medio alemán, difundida anoche por
la ZDF, Osthoff adoptó el aspecto de una integrista suicida, con un velo negro a
modo de pasamontañas que sólo dejaba entrever sus ojos. Su discurso fue
incoherente.
A la pregunta de cómo vivió el secuestro, Osthoff contestó: "Ya
conocen los hechos. Viernes día 21 de noviembre, hasta el último 25 del 11. Era
domingo a las 13:20 y yo no estaba allí. No era una persona libre, así de
sencillo".
Osthoff defendió a los musulmanes y sin que viniera a cuento habló
de un "agente secreto judío". Luego cambió de asunto para decir que su "ex
mediador en Alemania no sabía, como tampoco el alcalde, que no podía pagar el
alquiler" porque no gana nada.
La cooperante se puso muy nerviosa cuando la periodista le preguntó si tuvo miedo y dijo que "eso no le importa a nadie, pues es una cosa privada" e insistió, sin que hubiera pruebas de ello, de que su secuestro fue comandado por el grupo del jordano Abú Mussab al Zarqaui, y tuvo una motivación política.
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