Entre 15.000 a 20.000 paramilitares que ayer eran
matones al servicio a los terratenientes o los capos del narcotráfico, llámese
de carteles de droga o de los mismos jefes paramilitares, mañana serán “policías
cívicos”.
Lo dijo el presidente de Colombia, Alvaro Uribe Vélez, ayer martes (7 de
febrero, 2006). Tiene afán porque su mandato esta por llegar a su fin y es
necesario que los 15.000-20.000 paramilitares sean incorporados en las
instituciones castrenses para así garantizar el poder de la mafia política u
económica de Colombia.
Serán 40.000 ojos de los “muchachos de Mancuso y Baez”, personajes manchados de
sangre colombiana, que te vigilará en el futuro, mi querido vecino.
Uribe no quiere perder la “capacidad” y la “experiencia” de los paramilitares
sino seguir utilizándolos como su clase social siempre ha hecho; desde “los
Pájaros”, pasando por “Los Chulavitas” para llegar a la actual AUC,
organizaciones paramilitares subordinadas de las fuerzas militares, hasta con
legislación hasta los mediados de la década -80.
El 29 de julio Uribe dijo a la cadena de radio y televisión RCN, que quería
incorporar a los paramilitares en la vigilancia privada. Los dueños de las
empresas de seguridad, ex generales y coroneles retirados, gritaron “hurraaaaa”
por la propuesta mientras el sindicato vio con horror la perspectiva, compartir
el trabajo con miles de matones y psicópatas. Pero Uribe insistía:
“Están colaborando con vigilancia y con información, pero hace falta que nos
ayuden con inteligencia”, agregó el Jefe de Estado según la emisora RCN.
El presidente del “Sindicato Unico de los Trabajadores de la Vigilancia
Privada”, Carlos Gómez, dijo en una entrevista que le hice en esa época que la
política de Uribe es una política que tiene como meta de militarizar aún más el
país. Decía que Uribe da luz verde para que los integrantes de los escuadrones
de la muerte cambien uniforme, ahora de la vigilancia privada
“Es terrible porque eso en la práctica es una forma de legalizar el crimen, el
horror que se ha padecido y que el país ha vivido, es una política de corte
puramente fascista”.
El mismo día en que Uribe dio su aval de paramilitarizar la vigilancia privada,
la agencia de noticia Colprensa informaba en un extenso reportaje del
departamento del Sucre, que forenses del departamento de derechos humanos de la
Fiscalía ya habían abierto 73 fosas comunes con decenas de cadáveres, víctimas
del paramilitarismo en Colombia. Según los campesinos de la región de San Onofre,
puede haber tres mil (3000) campesinos enterrados en fosas comunes. Es la suma
que han “desaparecido” en las manos de los asesinos que Uribe ahora quiere
designar a policías.
El senador uribista Gabriel Zapata Correa fue más allá y propuso una ley que le
diera facultades especiales para que el Presidente pudiera perdonar delitos
atroces.
“Según el proyecto, radicado por un senador uribista, el perdón se podría
otorgar, por conveniencia nacional, a narcotráfico, masacres y secuestros”,
decía el descarado senador, que jura lealtad al presidente de Colombia. Con
razón los partidos “Uribistas” están repletos de personas que son sindicadas de
trabajar al servicio del paramilitarismo.
El sindicato, Sindicato de Vigilantes Unicos, luchó duramente para que la
vigilancia privada no obedeciera a la cúpula de las fuerzas militares colombiano
y logró el 1982 que la Superintendencia tuviera el control y la supervisión. Fue
una gran victoria del sindicato que ahora ve con el gobierno de Uribe que la
vigilancia se vuelve peor que antes.
Y ayer el presidente Uribe lanzó nueva propuesta, de que los victimarios de la
población colombiana, ellos que se han hecho dueños a casi cinco millones
hectáreas de la mejor tierra en Colombia, asesinando y expulsando a tres
millones de campesinos de sus tierras, ellos que son los grandes capos y
exportadores de la droga de Colombia, ahora serán los que vigilarán a los
ciudadanos colombianos.
Me parece como el chiste del año, como tragicómico. Pero es realidad y para
todas víctimas del paramilitarismo en Colombia, la propuesta del presidente debe
interpretarse como la burla y la humillación más grande que han tenido que
soportar en sus vidas.
Y uno se pregunta como es posible, que es una persona inteligente y educada
¿como el presidente tiene el descaro de ofender a los familiares de las victimas
en esta forma? ¿Qué se mueve en una cabeza, en un cerebro que propone una cosa
tan terrible?
Después de haber cubierto Colombia más de 25 años como reportero, creo que la
propuesta de Uribe no tiene comparación en la política colombiana. Es cierto,
que en este país todo puede pasar y también pasa. Pero no encuentro otro motivo
que Alvaro Uribe Vélez, a través de su actuación, es el principal paramilitar en
el país. Porque con la misma frialdad y insensibilidad humana que actúan los
matones que ahora serán policías en Colombia, con la misma calculada frialdad
actúa el presidente, pero con mucho más poder en sus manos, por supuesto, cuando
propone que los paramilitares colombianos van a estar encargados por la
“seguridad de los colombianos”.
“Hemos tomado la decisión de aumentar significativamente el número de auxiliares
cívicos con los desmovilizados. Ellos estarán a cargo de la Policía Nacional, no
estarán armados y se dedicarán al cuidado de carreteras, vigilancia en los
estadios y en las entradas de teatros y hasta en la atención de emergencias”,
dijo Uribe según el diario El Tiempo de hoy.
¿“No armados”? pero cuando cae el primero paramilitar-policía por las balas de
la guerrilla, van a exigir que estos señores “tendrán que poder defenderse. Si
no, serán presas fáciles para la guerrilla que los mira como objetivos
militares, igual como a los soldados campesinos”.
¿Será que solamente la guerrilla podrá hacer justicia con los asesinos del
pueblo? Hoy, con la declaración de Uribe, es obvio y confirmado que el Estado no
tiene ni siquiera la voluntad de hacerlo.
Y ahí esta la triste realidad colombiana, la impunidad total, pero peor que
alguien se imaginara, porque en el país de Uribe, los asesinos son premiados y
uniformados por el presidente de la republica.
sábado, febrero 11, 2006
Los asesinos de ayer, los nuevos policías de hoy en Colombia
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