Washington, 12 abr (PL) El presidente estadounidense, George W. Bush, presentó como evidencia de armas biológicas en Iraq dos remolques capturados por sus tropas, pese a que los servicios de espionaje norteamericanos sabían que esa prueba era falsa, trascendió hoy.
Según el diario The Washington Post, el gobernante exhibió el hallazgo de esos camiones como si fueran laboratorios, sin embargo una misión auspiciada por el Pentágono corroboró con antelación que no tenían nada que ver con armamento biológico.
"Hemos encontrado armas de exterminio", dijo a la opinión pública el presidente Bush, el 29 de mayo de 2003.
Expertos que participaron en la misión secreta aseguraron al Post que dos días antes de ese discurso, ellos enviaron al Departamento de Defensa un informe, en el cual dictaminaron que los remolques no eran fábricas de armas biológicas.
Sin embargo, la falsa evidencia fue mencionada en varias ocasiones por otros funcionarios de alto rango del gobierno, entre ellos la secretaria de Estado Condoleezza Rice, a la sazón asesora de Seguridad Nacional.
Desde el inicio de la invasión a Iraq, en marzo de 2003, la Casa Blanca utilizó como argumento para la agresión la supuesta existencia de armas de exterminio masivo en el país árabe.
El reporte de campo de tres páginas elaborado por la misión secreta y el informe final de 122, remitido tres semanas después, fueron clasificados y archivados, destaca The Washington Post.
Mientras esos documentos permanecían engavetados, la Administración Bush durante un año repitió que los camiones eran letales laboratorios biológicos.
Los autores de los informes -nueve expertos civiles estadounidenses y británicos- fueron enviados a Bagdad por la Agencia de Inteligencia de Defensa, órgano rector del espionaje del Pentágono.
Varias son las voces que han desmentido a la Casa Blanca sobre el presunto plan de armamento prohibido del derrocado presidente Saddam Hussein y de sus supuestos nexos con la organización Al Qaeda.
Entre las más resonantes está la de Paul R. Millar, ex jefe de las operaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el Medio Oriente y el Sudeste Asiático entre 2000 y 2005.
"La información de los servicios secretos fue mal utilizada públicamente para respaldar decisiones que ya se habían tomado", afirmó recientemente el experto.
En un artículo publicado por la influyente revista Foreign Affairs, Millar denunció que la mansión ejecutiva no tomó en cuenta todos los datos acopiados por las agencias de espionaje, sino que seleccionó los convenientes para instrumentar la agresión.
El ex oficial explicó que la politización de la información sobre Iraq ocurrió de una manera "muy sutil", sin que fuera necesario que la Casa Blanca le pidiera a un analista que modificara sus estimados.
Sin embargo, el gobierno "instó repetidamente a la comunidad de inteligencia a aportar evidencias que enriquecieran los argumentos favorables a una guerra... incluido el supuesto vínculo entre Saddam Husein y la organización Al Qaeda", escribió Pillar.
Satisfacer ese apetito "ocupó una cantidad enorme de tiempo y esfuerzo", reconoció el experto, considerado entre los principales especialistas sobre terrorismo hasta su jubilación en 2005, luego de 28 años de trabajo en la CIA.
En su opinión, los reportes sobre los programas de armas del país árabe tenían imprecisiones, pero aún así no eran una razón para ir a la guerra el 20 de marzo de 2003.
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