jueves, marzo 09, 2006

Venezolanas le “echaron ovarios” en la marcha de protesta hacia la Embajada de EEUU

Caracas, 08 Mar. ABN (Joaquín Pereira).- Este miércoles 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cientos de venezolanas literalmente le “echaron ovarios” al subir las empinadas calles que llevan a la Embajada de Estados Unidos, en Caracas.

Desde tempranas horas de la mañana se congregaron en la Plaza Brión, de Chacaito, en espera de la señal de sus líderes para iniciar la marcha.

Su objetivo: protestar por lo que consideran una invasión al pueblo de Irak por parte del Gobierno estadounidense y en defensa de la soberanía venezolana.

A partir de las 11:00 de la mañana se desbocó un río de pancartas, globos blancos y claveles rojos, que inundaron luego de punta a punta la avenida principal de la urbanización Las Mercedes.

Uno de los mensajes que más se reiteraba en las pancartas, aparte de las consignas “anti Bush”, era la solidaridad con la pacifista Cindy Sheehan, activista antibélica cuyo hijo murió en la guerra de Irak, y que recientemente fuera detenida mientras protestaba ante la sede de las Naciones Unidas.

Hijos para la paz
“¡No criamos a nuestros hijos para que maten a los tuyos o para que nos los maten!” era más que una consigna en una pancarta; era la preocupación que expresaban muchas de las manifestantes mientras caminaban hacia la embajada norteamericana.

“Yo no quiero que mi hijo de 17 años muera en una guerra en contra de Estados Unidos si al loco de Bush se le ocurre atacar a Venezuela en busca de nuestro petróleo”, comentaba exaltada una de las marchantes.

Luego de mucho caminar por la autopista, escoltadas por motorizados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Mayor, unidades de la Policía Metropolitana, efectivos de los Bomberos del Distrito Capital y dos hombres disfrazados de diablo bailando samba, el contingente femenino se vio al fin frente al pedazo de territorio estadounidense en Caracas.

Muchas se sorprendieron de la hermosa y estratégica vista del valle de Caracas que se domina desde esa ubicación.

El sueño en un sobre
Hasta las afueras del “bunker” estadounidense llegó Socorro Flores, luego de viajar por más de 10 horas desde la población de Upata, ubicada en la capital del Estado Bolívar, Ciudad Bolívar.

No se le veía cansada ni por el viaje ni por la cuesta que tuvo que caminar, pese a que su espalda estaba visiblemente curvada por el peso de sus 71 años.

Vino a Caracas a marchar en su día, a protestar en contra de la guerra, y en contra de las políticas del presidente norteamericano George W. Bush, pero sobre todo vino con un sueño envuelto en un sobre: Una carta dirigida al Presidente Chávez solicitándole una casa donde pasar sus últimos años en paz.

“Estoy sola, pues ya todos mis hijos se fueron. Necesito una casa pero no me la dan porque no tengo niños pequeños”, le dijo al asistente de una diputada al que le entregó su “tesoro”.

Sus ojos reflejaban la alegría de haber cumplido con su meta, aunque hubiese preferido ver a su querido Chávez.

“Yo mismo escribí la carta. No sabía leer hasta que aprendí en la Misión Robinsón. Hoy en día estoy en sexto grado de primaria”, confesó orgullosa la septuagenaria.

Un canto al Presidente
Mucho más joven e igualmente entusiasta vino de Ciudad Guayana hacia Caracas la cantautora Inés Romero. En sus manos llevaba un disco compacto con lo mejor de sus “cantos revolucionarios“.

Al igual que la señora Flores, su deseo era hacerle llegar su música al Primer Mandatario Nacional.

“Mi sueño es cantarle a Chávez en el programa Aló Presidente”, dijo.

Romero esperó bajo la lluvia a que la concentración se disipara para poder acceder a algún parlamentario que le recibiera su disco. La diputada Desirée Santos Amaral fue la depositaria del mensaje musical destinado al Presidente.

La lluvia evitó altercados
Luego de que la presidenta de la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional, diputada Cilia Flores, leyera ante las manifestantes la Carta Abierta de Mujeres Venezolanas a la Embajada de Estados Unidos, firmada por más de dos millones de féminas de todo el país, una delegación de la marcha se acercó a la treintena de oficiales de la Policía Metropolitana, también mujeres, que formaban un muro de contención ante la entrada de la sede diplomática.

En un momento los ánimos se caldearon, una señora de avanzada edad fue empujada y detrás de ella un grupo quiso atravesar la barrera. La lluvia y el canto de Queremos la paz y no la guerra, entonado por un sector de las marchistas, logró contener los ánimos.

A las 3:00 de la tarde, agotadas, mojadas y contentas, las mujeres que inundaron algunas calles de la capital venezolana volvieron tras sus pasos.

Dos claveles rojos quedaron en el anuncio de entrada de la misión estadounidense en Venezuela. Uno en la letra “d” de “Embajada” y otro en la “o” de “Estados”…

Parecían dos destellantes gotas de sangre, similar a la derramada en Irak desde que las fuerzas armadas de Estados Unidos decidieron “liberarlo” del régimen de Sadan Husein… Ya llevan casi cuatro años y aún no terminan.

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