COLOMBO (Reuters) 27 dic - Valiéndose de anillos y otras pertenencias, funcionarios de Sri Lanka intentaban identificar el miércoles los restos de 12 soldados muertos por la explosión de una mina, en el último ataque de presuntos rebeldes contra el ejército mientras crece el temor al regreso de la guerra civil.
El atentado del martes en el lejano norte de la isla fue uno de los más mortales desde el cese al fuego acordado en el 2002 y el segundo incidente de ese tipo en menos de una semana.
La creciente violencia registrada este mes está tensando la tregua, pero el gobierno no ha tomado represalias esperando que los rebeldes sean rechazados y aislados por la comunidad internacional.
"Es una guerra en todo menos en el nombre," dijo Paikiasothy Saravanamuttu del Centro de Políticas Alternativas.
"Se aferran a un acuerdo de cese al fuego como algún tipo de tótem, pero en realidad en el terreno (la tregua) no se mantiene con este tipo de cifras de muertos," agregó. "Decir que hay un cese al fuego en el país es absurdo."
El ejército dijo que mató a dos presuntos integrantes del grupo rebelde Tigres de Liberación de Eelam Tamil en las afueras del enclave militar de Jaffna el miércoles, después de que intentaron arrojar una granada a un puesto de vigilancia. Pero según testigos se trataba de civiles.
Las tropas cerraron secciones de carreteras y buscaron a rebeldes y minas de fragmentación "claymore" en áreas controladas por el gobierno en el norte y este tratando de evitar que se repitan las emboscadas.
Los ataques del martes ocurrieron después del asesinato en una misa de Navidad de un miembro del Parlamento que apoyaba a los rebeldes y la muerte de 13 marineros en una emboscada de presuntos miembros del grupo Tigres usando minas y granadas propulsadas por misiles en el noroeste de la isla.
La violencia ha reavivado el temor a que vuelvan los tiempos de las dos décadas de guerra civil, cuando murieron más de 64.000 personas, cientos de miles perdieron su hogar y se dañó severamente la economía.
Los incidentes se suman a la miseria de miles de residentes de Sri Lanka, cuyas vidas fueron destrozadas por el tsunami que azotó Asia el año pasado.
El gobierno apeló a los principales donantes de ayuda humanitaria, Japón, Estados Unidos, Noruega y la Unión Europea, para que adviertan a los rebeldes que la continuidad de los ataques podría acarrear serias consecuencias.
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