lunes, febrero 13, 2006

Irán considera que "los crímenes de Israel son mayores que el Holocausto"

EL PAÍS - Internacional - 13-02-2006.- Un manifestante iraní, exhibee una pancarta en la que se lee "La libertad en Europa es una mentira", ayer frente a la Embajada de Francia en Teherán.

El miedo de 17.000 judíos
"Los crímenes cometidos por el régimen sionista [contra los palestinos] son mayores que el Holocausto", declaró ayer el portavoz de Exteriores iraní, Hamid Reza Asefi. La reiteración de que el genocidio se ha exagerado para favorecer a Israel coincidía con el intento del titular de esa cartera, Manucher Mottaki, de minimizar la amenaza de abandonar el Tratado de No Proliferación lanzada por el presidente Mahmud Ahmadineyad. Tanto el empecinamiento nuclear como los exabruptos contra los judíos parecen síntomas de la huida hacia delante de un régimen que, 27 años después de la revolución islámica, no ha logrado los frutos prometidos.

"Debemos juzgar este régimen por lo que hace, y no por lo que dicen sus dirigentes", sugiere un embajador occidental tras calificar de "preocupantes" las declaraciones. Tal vez, pero a los iraníes de a pie les preocupa mucho más lo que su Gobierno no ha hecho. Y la lista es larga. Desde infraestructuras adecuadas para una población que ronda los 70 millones hasta puestos de trabajo para los desempleados (11,9%, según cifras oficiales; 30%, según datos extraoficiales).

El clamor está en la calle por lo menos desde 1999. "Olvidemos Palestina y abordemos nuestros propios problemas", coreaban los estudiantes durante sus manifestaciones a favor de la democracia. La brutal respuesta del régimen enterró para siempre las promesas de libertad y prosperidad que les hiciera el imán Jomeini. Desencantados con el espejismo reformista de los últimos ocho años, muchos votaron a Ahmadineyad el pasado junio en busca del anhelado cambio que no termina de llegar.

Quienes creyeron que Ahmadineyad era de verdad un candidato antisistema, todavía le conceden el beneficio de la duda. Sin embargo, el partido de la apatía crece día a día. Aunque no se ha producido un recorte en las libertades, la mejora en las condiciones de vida tampoco se ve por ninguna parte. Seis meses después de su llegada al poder, han subido los productos básicos (la carne, un 40% entre noviembre y enero) y se anuncia un recorte en los subsidios de la gasolina. Muchos se preguntan adónde van los beneficios del petróleo.

"No hay derecho a que 18 años después de la guerra [con Irak] la ciudad siga aún como si la hubieran bombardeado ayer", se duele un matrimonio de clase media mientras muestra fotografías de un viaje a Bushehr en las que se ven calles sin asfaltar, montones de basura y un estado de abandono general. A las afueras de Bushehr se levanta la primera central nuclear de Irán.

Numerosos iraníes cuestionan las importantes inversiones que el país ha realizado en el programa atómico. "¿En qué nos beneficia eso a nosotros?", inquiere un militar jubilado que ha convertido su coche en taxi ocasional. "Mi hijo acabó ingeniería hace ocho años y no encuentra trabajo", lamenta. También los hay que responsabilizan de su bajo nivel de vida al apoyo del régimen al radicalismo islámico internacional, aunque sólo porque ahuyenta a los inversores internacionales.

Hipótesis de guerra

Ése es el mayor temor que despiertan ahora las andanadas antiisraelíes y pronucleares de Ahmadineyad. No es que la población simpatice con el comportamiento de Israel o que cuestione el acceso de su país a la energía nuclear, pero ponen en entredicho las formas y la oportunidad de las declaraciones. "Ya nadie cree que sean fruto de la inexperiencia o que las haga a título individual", comenta un observador extranjero. De lo que se muestra convencido es de que "trabajan con una hipótesis de guerra en mente, y por eso están tratando de recabar el apoyo de árabes y musulmanes frente a Occidente".

Los analistas se encuentran divididos. Para unos, la retórica desbocada de Ahmadineyad es fruto de una lucha interna por el poder dentro del sector conservador. "A falta de apoyos, el presidente ha optado por la táctica de plantear asuntos en los que puede decir: 'Si no me apoyáis, es que no sois bastante revolucionarios", expone un asesor privado.

Sin embargo, otra línea de interpretación atribuye los desafíos verbales al estado de descomposición del régimen, acuciado por la corrupción y la falta de legitimidad. "El núcleo duro que ha apoyado a Ahmadineyad sabe que no puede cumplir sus promesas, así que busca un enfrentamiento limitado para apelar a los sentimientos nacionalistas", defiende un profesor universitario convencido del pronto final de la República Islámica "si EE UU no mete la pata".

En cualquier caso, el resultado se presenta peligroso. Tal como ha declarado Karim Sadjadpour, analista del International Crisis Group, la escalada verbal convierte a Irán en su peor enemigo "porque se fija el listón muy alto con su retórica y entonces se ve obligado a comportarse a la altura de la misma".

El miedo de 17.000 judíos

La afrenta de Ahmadineyad a los judíos ha llegado demasiado lejos incluso para los judíos iraníes, que perduran manteniéndose al margen de la política y leales al régimen. Según la BBC, el jefe del Consejo Judío de Irán, Harún Yashayaei, ha enviado una carta al presidente en la que le expone que sus declaraciones cuestionando el Holocausto han causado temor entre los judíos iraníes.

Es la primera vez que un dirigente de esa comunidad, que cuenta con unos 17.000 miembros, ha criticado abiertamente a Ahmadineyad, al que acusa de ignorancia y prejuicios.

La República Islámica se jacta de que los judíos, como el resto de las minorías religiosas (a excepción de los bahais), tienen libertad de culto e incluso disponen de un escaño reservado en el Parlamento. Sin embargo, cuando el sábado día 4 esta corresponsal visitó la sinagoga de Yusef Abad, en el centro de Teherán, el rabino Lavai se negó a hablar sin autorización previa. "Vivimos en una situación muy difícil", explicó un miembro de la comunidad.

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