lunes, marzo 06, 2006

Prohibido Olvidar

En horas de la tarde del 27 de Febrero de 1989, el Jefe de Redacción del diario El Nacional nos pauta a mí y al colega Asdrúbal Barrios, cubrir los sucesos del centro de Caracas. En la mañana, en Guarenas, habían comenzado unas protestas en contra del aumento del pasaje y, sobre todo, en contra de las medidas económicas puestas en práctica por el gobierno de Carlos Andrés Pérez y sus aliados del FMI. Caracas comenzaba a arder por los cuatro costados.

Todavía viven prendidos en mi memoria, las vidrieras rotas, los autobuses quemados, los primeros heridos, la muerte posterior, el saqueo, el dolor y una Venezuela que partía en dos su historia contemporánea. Finalizaba una década, donde la gente solía usar la protesta como la vía mas expedita para reclamar sus derechos y pedir lo que durante más de cuarenta años le había negado la democracia representativa.

El 28 de Febrero y los días sucesivos de Marzo, fueron demostrando la fragilidad del gobierno de aquel entonces y le colocaron la cara represiva y asesina de Italo del Valle Aliegro, Alejandro Izaguirre y CAP. Muchos jóvenes soldados traídos de otras partes del país fueron conminados a salir a la calle para asesinar a sus compatriotas.

Cerca de la Plaza Capuchino, en la Avenida San Martín, me topé con uno de ellos y me dijo: “Nunca había venido a Caracas y me ordenaron matar a todo lo que se moviera en ese cerro. He matado tres personas y me duele mucho”.

Luego se decreta la suspensión de las garantías, comenzando así lo que creemos ha sido una de las masacres más grandes que haya vivido este país en los últimos cincuenta años. Un ejército con órdenes asesinas, una Policía Metropolitana con sus gatillos alegres humeantes, acribillando desde Catia hasta Petare sin ninguna piedad; en miles se pueden contar las muertes impunes de aquella fecha.

En el Barrio 19 de Abril (Petare), me encontraba detrás de un carro de perro caliente capturando imágenes fotográficas y detrás de mi un Policía Metropolitano asesinaba a los que protestaban por el único hecho de cantar el Himno Nacional. Ellos cantaban y sus verdugos disparaban ráfagas de muerte; diecinueve caídos, jóvenes en su mayoría, llenos de un futuro que terminó en aquellas calles ensangrentadas.

Diecisiete años después, esperan por ser identificados los cadáveres de la fosa común, llamada “Peste”, del cementerio general del sur. No se ha podido determinar aún la cifra exacta de los muertos de aquellos días, pero se calcula que pasan de miles, la impunidad de la deuda moral del Estado Venezolano nos pide que continuemos luchando para que el 27 de Febrero no sea olvidado.

Políticamente este país cambió desde aquel entonces. Estas fechas fueron la génesis del proceso Bolivariano y Revolucionario que vive la Venezuela del Siglo XXI y dejó como premisa que los gobernantes no deben actuar de espaldas al pueblo y que el ejercicio del poder tiene que estar lleno de la mas humilde actitud sin odio hacia la gente.

Dijo Miterrand “No hay algo mas dramático que una vida cegada por la violencia”.

Frasso107@yahoo.com/frasso107@gmail.com

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