martes, marzo 21, 2006

Occidente amenaza con sanciones tras el fiasco de su «revolución naranja» en Bielorrusia

·Lukashenko felicita al pueblo por su reeleccion y denuncia planes extranjeros para derrocarle

Con una sola voz, Occidente ha salido al paso del anuncio de la abultada victoria del actual presidente bielorruso, Alexandre Lukashenko. EEUU y la UE amenazan ya con sanciones, mientras Rusia y sus aliados de la CEI validan su victoria. El guión registrado en Georgia y en Ucrania se repite, pero todo apunta a que la oposición no suma siquiera ni la suficiente fuerza para ser llevada por Occidente en volandas hacia una nueva «revolución de colores». Pese a sus duras críticas, tanto la OSCE como el Consejo de Europa reconocen el importante sostén electoral al eterno presidente bielorruso.

BRUSELAS

La Casa Blanca afirmó que los comicios se celebraron «en un clima de miedo» y exigió su repetición. La OTAN aseguró que las elecciones «no han respetado las normas democráticas euroatlánticas (sic)».

Para la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), no cumplieron los requisitos de «libertad y justicia». El Consejo de Europa no dudó en hablar de «farsa».

Tanto la Casa Blanca como los ministros de Exteriores de la UE evocaron la posibilidad de nuevas sanciones contra el Gobierno de Alexandre Lukashenko, quien tras doce años en el poder, venció, según la Comisión Electoral Central, con un abultado 82,6% de los votos.

Lukashenko comenzó su comparecencia constatando que «la revolución de la que tanto se habló fracasó» y, en referencia al pueblo bielorruso, señaló que «ha demostrado que es el que manda aquí». Se felicitó por su reelección «pese a los dictados del extranjero» y acusó a Washington, Bruselas y Varsovia de intentar derrocarle.

Preguntado por la amenaza de sanciones de la UE, contestó irónicamente con un «estamos totalmente desolados».

El principal candidato de la oposición, Alexandre Milinkevich, denunció la «usurpación del poder» y volvió a llamar a sus partidarios a salir a la calle.

Tras el cierre de los colegios electorales el domingo, Milinkevich y su aliado, Alexandre Kozouline, lograron reunir a miles de sus partidarios en la Plaza de Octubre de Minsk, escasos para llenar una explanada de dimensiones soviéticas.

«Manifestación de maricas»

La protesta adoleció de escasa organización y perseverancia, comparada con la que, en la vecina Ucrania, acabó con el triunfo de la oposición hace 16 meses. La televisión cifró en «5.000, 1.500 de ellos periodistas», los congregados en una «manifestación de maricas».

«El invierno no durará», les animó la Presidencia austriaca de la UE, que denunció el «auto-aislamiento» de Minsk.

Más allá de las diatribas occidentales, tanto la OSCE ­que envió a 500 observadores a los comicios­ como el Consejo de Europa reconocieron como muy posible que Lukashenko haya vencido en los comicios ­al margen de la proporción­ y pusieron el acento en sus críticas a la tensa y accidentada campaña electoral.

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