viernes, enero 13, 2006

Continuan allanamientos violentos del CICPC en Maracaibo



El día lunes 3 de enero de 2006, se presentaron cerca de 15 hombres fuertemente armados en el barrio “San Benito” ubicado en la parroquia “Antonio Borjas Romero” del municipio Maracaibo. Los sujetos fueron identificados como funcionarios del CICPC, aun cuando los carros en los que se transportaron no llevaban ninguna identificación, ellos portaban la placa personal del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas junto a la chaqueta de la institución.

Desde el día 2 de enero, el CICPC lleva a efecto el proceso de investigación sobre el asesinato del inspector Humberto José Valera, entre los pasos seguidos se encuentra una serie de allanamientos, sin orden legal alguna, en los hogares de las personas que, según la investigación, tienen vinculación con el presunto asesino del funcionario quien es apodado “El Yuquita” cuyo nombre es Alexander Sánchez Barrios. (La información sobre estos actos fue publicada por este medio el lunes, 09/01/06 12:18pm).

Sin embargo, en el texto publicado, no apareció el allanamiento realizado el 3 de enero debido a que la persona agredida no quiso narrar los hechos ocurridos por temor a que los presuntos funcionarios cumplieran con la amenaza de matarla. Luego de una semana y media la persona se decidió a contar cómo estos sujetos violaron todos sus derechos con la condición de que su nombre no sea publicado.

Toda la declaración de la persona agredida está recogida en una grabación y será consignada ante la fiscalía que lleva el caso como prueba para el expediente. Es necesario hacer de conocimiento público que los materiales fueron entregados a las autoridades correspondientes por parte de la ANPA (noticias del pueblo) entendiendo que todo ciudadano puede en el momento que así lo decida colaborar con las autoridades del estado.

Persona agredida

“Yo estaba en que mi mamá, (…) veo que llegan los cuatro vehículos ahí donde yo estaba viviendo, y salí corriendo pallá, dije que qué pasaba y me preguntaron: ¿tú eres la dueña de la casa?, yo le dije: sí. Y me agarraron por el brazo y no me dejaban hablar y me empezaron a golpear y a golpear… y a decime que si yo era la mujer de Yayo, él está muerto, porque tiene un año y pico ya de muerto. Entonces, yo decía que no, que yo no era la mujer de él, que qué pasaba y, nada, me daban golpes y golpes y no me dejaban de dar golpes, me tiraron contra la pared. Y que si yo era la mujer de Yayo, entonces, yo le decía: yo no soy la mujer de Yayo señor, mi esposo también es muerto, va pa dos años de muerto y vivo sola con mis dos hijos y estudio, entonces, me empezaron a seguir dando golpes, estaba una señora y le empezaron a preguntar: ella les dijo que yo vivía sola allí con mis dos hijos. Entonces, ellos entraron, no sé si fue que recibieron una llamada o algo así y me dijeron: viste mardita! si hubieras hablado a tiempo no te hubiera pasado lo que te pasó. Entonces cuando yo intenté salir, porque ellos salieron para el frente, me dijeron: te vais a quedar ahí mardita porque si no te vamos a matar, yo lo que hice fue que cerré la reja y cuando vi que salieron me asomé al frente y le pregunté a una que estaba en el frente si se habían ido y me dijo que sí, salí corriendo pa que mí mamá toda así, me… me llevaron pal` hospital de ahí del Marite, me agarraron unos puntos, y de ahí nos vinimos pa` fiscalía así como andaba, la cabeza parecía un globo”

¿A qué hora fue esto?
Como a las doce y media

¿Del mediodía?
Sí.

¿Te acordáis de alguno de ellos?
Me acuerdo de uno que era chiquito, gordito, blanquito de ojos azules-verdes. Y otro era alto, canoso, como del color mío (moreno claro).

¿Llevaban pasamontañas?
El gordito chiquito sí.

¿Qué armas usaban?
Bueno, lo que medio vi, porque tanto que me pegaban y me tiraban… no más que vi uno que llevaba la broma esa larga y los demás cargaban las pistolas pequeñas.

¿Con qué te pegaban?
Con un palo, con la cacha…

¿Había alguna mujer entre ellos?
No puros hombres…

¿Los carros los viste?
No me acuerdo muy bien de los modelos de carros, mi prima dice que eran dos carros y dos camionetas particulares, nuevecitos.

¿Cómo estaban vestidos?
De particular, uno tenía una cosa de esas

¿Chaleco…?
Sí, el chaleco

¿Tenían alguna identificación que decía CICPC?
Sí, la chaqueta y la chapa.

¿Vos tuviste alguna relación con el yayo?
Era mi primo, él vivía en esa casa y cuando a él lo mataron la mujer se fue de ahí y yo no tenía pa dónde irme….

¿Vos trabajáis?
Estudio en la Misión Ribas y trabajo con mercancía, con ropa… traigo de encargo.

¿Vos seguís habitando la casa?
No, si yo tengo un trauma, por la amenaza, ellos son capaces de fregar a uno…. La casa está cerrada.

¿Ellos buscaban algo?
Sí. Y se me llevaron una foto del bautizo de la niña, me preguntaron que quién era ese, yo les dije: ese es el padrino de la niña y se llevaron esa foto.

¿Cómo se llama esa persona?
Yo a él siempre lo conozco como “Segundo”.

Estas fueron las palabras de la persona, como bien lo dijo, maltratada y golpeada. Los presuntos funcionarios llegaron, sin mediar palabra, a pegarle con el propósito de conseguir información sobre el paradero de su pareja “El Yayo”. Resulta que esa persona era su primo y lo había matado hace más de un año el CICPC. Entonces, la pregunta sería por qué buscan a un hombre que simplemente con investigar eficazmente quién era se darían cuenta que ellos o, el CICPC, ya lo había matado, eso, en el entendido de que no supiesen realmente quién era. Si pensamos en la posibilidad de que simplemente era una excusa para buscar evidencia, entonces significa, que el CICPC inventa las excusas con las que torturar y violarles los derechos humanos a cuanta persona lo decidan, sin importarles el menor procedimiento legal. Ello quiere decir que de un momento a otro el CICPC puede entrar a cualquiera de nuestras casas y preguntar por el paradero de nuestro bisabuelo que seguramente tiene más de 15 años muerto y golpearnos porque él (nuestro bisabuelo) cometió X delito. Más allá de ironizar las actuaciones de esta institución este texto busca llamar la atención de nuestro aparato jurídico para que, de alguna manera, comience a actuar sobre los casos de violación a los derechos humanos, que no son pocos, por parte de los cuerpos de seguridad del estado.

En este caso en particular existe una constante al conversar con todas las personas agredidas, mejor utilizamos las palabras de la señora Nerva Caridad (agredida el 7 de enero) para decírselo a las autoridades “competentes”: “yo les decía: revisen todo lo que quieran pero por qué me rompen los corotos”.O mejor, por qué frecuentemente estos organismos convierten un caso criminalístico en violación de los derechos humanos.

Nadie, por lo menos en este caso y así lo han dicho ante el fiscal, se niega a colaborar con la investigación, pero sí se niegan, rotundamente, a que se les siga quebrantando sus derechos.

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