ALAI-AMLATINA, 30/01/06, Quito.- Mientras a escala subregional
se consolida el liderazgo bolivariano de Hugo Chávez, el aymara
Evo Morales jura su mandato en la sagrada Tiwanaku convocando
a los pueblos latinoamericanos a “enterrar el Estado colonial y
doblar el brazo al imperio” y, en Perú, el nacionalista Ollanta
Humala se coloca a la cabeza de las preferencias electorales,
Alfredo Palacio apuesta a la “globocolonización” por partida doble.
Revisemos algunos tozudos hechos.
A órdenes del eje Washington-Bogotá
Las jornadas del Abril “Forajido” que culminaron con la
defenestraciòn y fuga de Lucio Gutiérrez, aparte de cuestionar la
política promonopólica del Coronel y sus “Mauricios” Pozo y
Yépez, tuvieron como fermento la iracunda crítica a su
"diplomacia arrodillada" frente a la Casa Blanca y el Palacio de
Nariño, al punto que su sucesor, el vicepresidente Palacio,
inauguró su gestión tipificando al Plan Colombia/Plan Patriota
como a un "problema de los colombianos".
Congruente con ese viraje en las relaciones externas, el premier
Mauricio Gándara informó de la intención gubernamental de revisar
el acuerdo de cesión de la Base de Manta al Pentágono, en tanto
que el canciller Antonio Parra Gil, ratificó esa postura nacionalista-
“forajida” declarando la neutralidad ecuatoriana frente a la guerra
civil del vecino norteño, impugnando el desdoroso rol de “yunque”
asignado a las Fuerzas Armadas compatriotas por el recién
lanzado Plan Patriota, rechazando la catalogación de las FARC
como organización "terrorista", negando la inmunidad a las tropas
y mercenarios norteamericanos por crímenes y actos de
corrupción que pudiesen cometer en estas latitudes y anticipando
que enjuiciaría a Bogotá en tribunales internacionales por las
fumigaciones fronterizas con glifosato.
A las presiones de los guerreristas George W. Bush y Álvaro
Uribe en contra del “canciller de la dignidad”, pronto se sumó una
campaña interna promovida por los nostálgicos de Patricio
Zuquilanda (el folklórico canciller de las “grandes ligas”). En el
Congreso, comandó la ofensiva el Partido Social Cristiano, tienda
acaudillada por León Febres, titular de un régimen sicario en los
años 80.
El relevo de Parra por Francisco Carrión se cumplió en nombre de
la "moderación" y el "pragmatismo", viejos argumentos del
rastacuerismo criollo, y llegó precedido de la destitución del
ministro Gándara, decidida por el Ejecutivo para viabilizar acuerdos
con el Parlamento en orden a impulsar una parodia de
“refundación de la República” que nunca llegó a concretarse.
Después de la salida de Parra Gil, Gutiérrez II no se ha dado
abasto en sus concesiones a Washington y Bogotá. Asumiendo
como propios conceptos geopolíticos made in USA, como los de
la “soberanía cooperativa” y del “nacionalismo excesivo”, autorizó
operativos de la Policía colombiana para la captura y deportación
de reales o supuestos guerrilleros de las FARC y el ELN,
incrementó a 14 mil la cifra de efectivos uniformados emplazados
en las provincias norteñas, consintió que el Ejército “paisa”
incursione en territorio nacional para emprender en operativos
contrainsurgentes, dispuso la instalación de una base militar en
Imbabura y, contrariando pruebas contundentes sobre los
impactos nocivos del glifosato tanto en los seres humanos como
en los animales y el medio ambiente, aceptó que los múltiples
reclamos de organismos nacionales se diluyeran en los
interminables informes técnicos…
De otro lado, denuncias periodísticas recientes dan cuenta de
sistemáticas coacciones físicas y psicológicas instrumentadas por
las fuerzas castrenses en contra de sus connacionales de
Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos, por presunto colaboracionismo
con los campesinos del vecino país alzados en armas para
combatir a una de las oligarquías más represivas, corruptas y
vendepatrias del continente. Al parecer, Carondelet ha puesto en
vigor la vieja doctrina militar del “enemigo interno”; es decir, la
coartada de Washington para convertir a los ejércitos
latinoamericanos (y de otras latitudes) en fuerzas de ocupación de
sus respectivos países, ya en nombre de la “cruzada contra las
drogas”, ya para erradicar el “terrorismo al por menor” (Noam
Chomsky). Argumentos en los que, por lo demás, virtualmente
nadie cree.
Sin temor a equívoco puede afirmarse que la obsecuencia de
Palacio al diktat de Bush y Uribe, lejos de promover una salida
negociada a la añeja confrontación armada que asuela a la
hermana República, amenaza con la “colombianización” de la
política y la economía en el atribulado Ecuador.
TLC: la Base de Manta como mercancía
El Plan Colombia tiene un hermano siamés llamado Tratado de
“Libre Comercio” andino-estadounidense. Pues bien, para sorpresa
y vergûenza de los 12 millones de ecuatorianos, el canciller
Carrión y el jefe negociador de ese TLC, Manuel Chiriboga, acaban
de declarar que, para que la superpotencia flexibilice su postura
frente a las irrisorias demandas comerciales de Quito, colocarán
en el tapete de la ronda final de las negociaciones, a cumplirse en
Washington a fines de febrero, la cuestión relativa a la reanudación
del convenio de la Base de Manta. Pronunciamiento ovacionado
por los líderes empresariales y, sospechosamente, soslayado por
nuestra autista “clase política”.
Las leyes del mercado parecen no conocer límites y apuntan a
arrasar con los últimos rescoldos de pudor del Estado oligárquico
dependiente. La soberanía y la seguridad de la nación a cambio
del típico y despreciable plato de lentejas, ¿hasta cuando la
Patria de Manuela Sáenz y Eloy Alfaro navegará a contracorriente
del movimiento integrador y nacionalista defensivo de raíz
bolivariana?
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- René Báez. Premio Nacional de Economía y miembro de la
International Writers Association
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martes, enero 31, 2006
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